Al volver de Costa Esmeralda, me entero de la muerte de ese hombre maravilloso que fue Juan Luis Gallardo, quien ha de estar, ya, en los brazos de nuestro Padre Bueno.
Poeta, abogado, pensador, deportista, buen escritor (publicó varias novelas, y varios libros históricos), hijo fiel de nuestra Iglesia, y argentino cabal y comprometido, era un verdadero placer estar con él, conversar de los temas más variados.
Fundó una familia ejemplar, se llenó de amigos, supo difundir con sencillez, con valentía y con buen humor, la verdad del Evangelio de Cristo, entre quienes lo rodeaban.
Yo lo conocí ya grande, fue un excelente amigo de mi padre, que lo quería y lo valoraba de manera especial.
Su partida a la Casa del Padre nos deja tristes y contentos a la vez, por su vida cumplida.
Juan Luis podría decir con verdad, como San Pablo, "he librado el buen combate".
Lo vamos a extrañar...
Desde acá, le mando un abrazo fuerte a Juan María Gallardo, su hijo, excelente sacerdote.